Lo he decidido: Dejaré de trabajar.
Diciéndolo
así con tan pocas palabras y sin preámbulos suena a una broma. Suena a
esos deseos sin trascendencia como: voy a bajar de peso / quiero
comprarme un carro / voy a aprender a cocinar, cuando sabes bien que las
palabras no son ni siquiera el primer paso. Sabes que para que lo que
acabas decir se convierta en realidad no solo necesitas intención, sino
también planificación, determinación, pero sobretodo huevos. Y eso es
precisamente lo que nunca tuviste.
Tienes meses dándole vueltas a la idea, primero empieza como
un: quiero sacarme la tinka, luego pasa a ser un: ahora si voy a ver
todas las películas de star wars, y en menos de lo que te das cuenta,
acaba absorbiendo tu mente y tu día a día hasta el punto en que
absolutamente todos tus pasos, todas tus acciones, todas tus pabras y
pensamientos se mueven en función a la estrategia final. Todo lo que
haces, lo haces solo para conseguir tu objetivo. Ahora si estamos
hablando en serio. Si ahora te digo: voy a dejar de trabajar, si me
crees.
Pero no se trata de dejar de trabajar porque sí. Los motivos son mucho más complejos de lo que parecen.
Hace
tres años y medio me convertí en madre, y hace casi un año lo hice por
segunda vez. Nunca tomé en serio cuando la gente te dice que después de
la maternidad tu vida va a cambiar, que no vas a ser la misma, que tus
prioridades cambiarán. Supuse que así tenía que ser, sin nada
sorprendente. Son etapas, pensé. Llegarán en su momento y si,
seguramente voy a cambiar yo también. Sin embargo lo que me sucedió
durante el primer minuto de dar a luz fue algo que superó mis
expectativas. Experimenté un amor abrumador, que me dejó indefensa,
débil, rendida. Hasta el momento no encuentro palabras para explicarlo,
pero es como si hubiera visto desde ese momento todo más claro. Como si
hubiera abierto los ojos a una realidad que desconocía y que había
estado esperándome ahí, paciente, hasta que yo decida abrir la puerta.
Me sentí com Bruce Willis en sexto sentido, cuando se da cuenta que
estaba muerto y recién ahí descubrió que todo cobraba sentido por
primera vez. Tres meses depués de recibir a mi niña en brazos perdí a
una de las mujeres que mas amé en la vida, mi abuela. Nunca sabré si
murió de mi mano, o si cuando yo llegué a tomar la suya ella ya había
volado lejos, pero siempre quiero creer que me esperó para despedirse de
mi. Después de este segundo episodio en mi vida, nada volvió a ser
igual. Fue en ese momento en que descubrí que nada es realmente
importante. No importa si tienes un trabajo que te haga feliz o no, si
tienes una casa de cincuenta o de trescientos metros, no importa si los
zapatos que te fascinan están al 70% de descuento, o si salió el disco
nuevo de tu artista favorito, ese día comprendí qué es lo que importa de
verdad.
Desde ese momento, vengo pensando todo el tiempo, no dejo de
pensar, jamás tengo la mente en blanco. Todos mis pensamientos giran en
torno al clásico "y si..." y si me dedico a mis hijos y dejo de
trabajar? y si consigo un trabajo de medio tiempo? y si pongo algún
pequeño negocio que me permita trabajar desde casa? y si....?
Me ha costado mucho tomar la decisión. Y no precisamente
porque tenga una vida laboral exitosa y ahora corro el riesgo de tirar
por la borda todo lo conseguido. Para nada. Digamos que tengo un trabajo
donde nunca ascenderé, que no me permitirá crecer, que no tiene nada
que ver con la carrera que estudié así que por ese lado no iba la duda.
La duda es simple y clara: de qué viviríamos si dejo de trabajar?
Bueno, tendrás ahorros.
Ni un
sol. Por el contrario, tengo varias deudas en la tarjeta de crédito, un
crédito hipotecario que pagar, seguros de vida, de salud y la lista
sigue.
Tendrás algo que vender.
Ni carro, ni casa, ni joyas.
Podrías vivir unos meses con tu liquidación.
Una vez escuché que tres de cada diez peruanos pertenecen al régimen laboral considerado "normal". A buen entendedor...
Podrías vivir con el sueldo de tu esposo.
Generalmente
cuando una mamá toma la decisión de dejar de trabajar por quedarse con
sus hijos, el tema económico es un punto muy curioso. Muchas personas
pueden decir que es complicado, que tratarán de generar ingresos extra,
trabajar desde casa, poner un pequeño negocio, pero en la realidad si
les preguntas si su trabajo desde casa/pequeño negocio/ingreso extra
alcanza para mantener a su familia, hacer el mercado semanal, pagar el
colegio, los servicios, etc etc etc... aparece el as bajo la manga:
Bueno, mi esposo se está encargando por ahora de ver todo eso.
Pero mi caso es peculiar. hace dos años mi esposo y yo nos
sentamos en la mesa y decidimos que si queríamos estar totalmente
involucrados en la crianza de nuestra -en ese momento era solo una-
hija, tendríamos que tomar una decisión importante y esa era que uno de
los dos deje de trabajar para dedicarse a la niña a tiempo completo. En
ese momento decidimos que yo trabajaría y él se quedaría con nuestra
hija en casa. No ha sido facil, pero ese es tema para desmenuzar en otro
momento. La conclusión es que en este momento somos una familia de un
solo sueldo, así que no hay más que decir.
¿Entonces cómo vas a hacer?
La palabra
immposible rondó por nuestra casa cuando decidimos ser una familia de un
solo sueldo. No estoy diciendo que de un momento a otro ambos estemos
sin trabajo y solo esperando que la divina providencia nos de una mano.
No. Esto es progresivo, planificado, no voy a renunciar a mi trabajo hoy
ni la siguiente semana. No vamos a estar los dos sin trabajar al mismo
tiempo. Este es un camino que recién empieza, pero empieza dando el
primer paso, que es la decisión sin vuelta atrás. No quiero volver a
pensarlo ni volver a decidirlo, ya está decidido.
Y ya no quiero mirar atrás.